FRUCTOSA: EL AZÚCAR MÁS PELIGROSO
El azúcar más conocido es el de mesa refinado, ese polvo blanco que se usa para endulzar todas comidas y bebidas y que está presente en la mayoría de los hogares. ¿Sabías que el azúcar de mesa (sacarosa) está formada por 50% glucosa y 50% fructosa? Así es, fructosa. Esa misma que muchos tildan de “distinta”, “natural” o “inofensiva” por ser también la responsable de endulzar las frutas (más sobre endulzantes)
Desde un punto de vista metabólico, la fructosa es nociva para la salud humana, especialmente cuando se presenta en cantidades altas que no son tolerables para el organismo. Antes de la invención del jarabe de maíz alto en fructosa la fuente principal eran las frutas. Obtener fructosa de las frutas en cantidades moderadas no es un problema, ya que la fruta contiene además fibra que inhibe el efecto del azúcar en la sangre. El problema es cuando se comenzó a comercializar la fructosa como elemento aislado para endulzar alimentos. El consumo de este tipo de azúcar aumentó constantemente hasta el año 2.000, cuando llegó a constituir el 9% del total de las calorías ingeridas. Los adolescentes en particular eran grandes consumidores de fructosa, con 72,8 gramos diarios de ingesta.
La mayoría de la personas que viven con hígado graso no saben que lo padecen, ya que es asintomático hasta que progresa hasta cirrosis o falla hepática. Cerca del 60% de las personas diabéticas M2 padecen de hígado graso.
EL METABOLISMO DE LA FRUCTOSA
El cuerpo no es capaz de absorber en forma correcta la fructosa y, por ende, es asimilada como una toxina. Debido a esto, sólo el hígado puede metabolizarla y lo hace en forma de glucosa, la cual se almacena como glucógeno. Cuando los depósitos de glucógeno se repletan (el glucógeno es energía y si no se gasta se almacena) el hígado no detiene la metabolización, cuando más se consume más se metaboliza y todo ese exceso va colapsando el hígado desembocando en hígado graso no alcohólico.
La conclusión es que el exceso de fructosa se convierte en grasa en el hígado.
QUÉ HACER
Actualmente no existen intervenciones farmacológicas aprobadas para tratar el hígado graso no alcohólico y a pesar de ser un padecimiento común en la población, las directrices de la Asociación Americana de Diabetes no requieren exámenes obligatorios para detectarlo en pacientes con diabetes M2.
La ASLD y EASL (Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas y Asociación Europea para el Estudio del Hígado) prescriben como único tratamiento válido y comprobado la baja de peso. No obstante esto, los profesionales médicos y centros de tratamiento clínicos que implementan terapias nutricionales bajas en carbohidratos (Keto) han demostrado resultados muy superiores a los indicados por las organizaciones previamente mencionadas. Un ejemplo es Virta Health, que ha logrado en un año de ensayos clínicos un 12% de pérdida de peso en sus pacientes, mientras que las directrices gubernamentales hablan de un 5% como necesario para revertir el hígado graso no alcohólico.
Maren Gazaue – Nutricionista